miércoles, 15 de noviembre de 2006

¿POR QUÉ NO LES CREO?

No había escrito nada desde antes de hacer mi último viaje a México, hace un par de meses. Al principio tuve la intención de hacer el relato de mi regreso, pero los días pasaron y yo no atinaba a decir (escribir) nada. Ahora sé por qué. Porque me topé con una triste realidad. Al estar tanto tiempo fuera se pueden apreciar mucho mejor las cosas desde ángulos diferentes y lo que yo he visto no me ha gustado. Hoy escribo, como otras tantas veces, movida por la indignación:

"El procurador general mexicano, Rafael Macedo de la Concha, aseguró el pasado día 9 que el gobierno mexicano investigará hasta sus últimas consecuencias los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, localidad fronteriza con Estados Unidos, donde tiene contabilizados 258 casos."

(Mural online, 05/Jul/2003. http://www.mural.com/nacional/articulo/277983/)

Más que el hecho de que el ombudsman nacional descalificó al juez español Baltazar Garzón, diciendo, con razón, que se está metiendo en donde no le llaman, me indignan estas declaraciones tan, digamos, tradicionales. ¿Por qué no les creo? A lo mejor es por culpa de una breve lista que se me vino a la memoria en cuanto leí la citada declaración:

Tlatelolco, 1968.
Colosio, 1994?
Fobaproa
Cardenal Posadas
22 de abril

A mi parecer, lo único que en México se ha investigado hasta sus últimas consecuencias es el caso Gloria Trevi. Irónicamente, creo que ese caso plantea una solución de justicia: Hay que conseguirle patrocinadores. Probablemente si colocáramos publicidad con artistas, acerca de cada cosa que nos interese saber hasta sus últimas consecuencias, entonces se haga algo más allá que invertir nuestros impuestos (ahora suyos, de ustedes, porque yo ya los pago en otra nación) en fiscalías especiales que no sirven pa' maldita la cosa.

La declaración protocolaria del señor Macedo de la Concha en realidad fue la gotita que derramó el tinaco. Ya sé que es anacrónico, como cuando Pepito se enteró de que Jesucristo murió en la Cruz a manos de los romanos, pero es que aparte acabo de leer un par de libros de Rosario Castellanos y me doy cuenta de que en aproximadamente 50 años no hemos cambiado nada. Cuentos que tocan dos temas fundamentales: las represiones a las que se someten las mujeres, principalmente a manos de ellas mismas, y las injusticias que se cometen con los indígenas.

El primer caso yo ya lo conocía. Lo vi con mis propios ojos en algunos ranchos de Jalisco, gracias a algún novio misógino que tuve y que me llevó a explorar esas junglas de estiércol y tradiciones. Así que, aunque me indigna, digamos que la autorrepresión femenina la tengo ya más o menos digerida. Pero el detalle de cómo denigran a los indígenas no lo conocía. Una cosa es escuchar en la televisión o en la radio que pertenecen al altísimo porcentaje de mexicanos que viven en extrema pobreza (cosa que tampoco conocemos al detalle. Ya me gustaría experimentar un día en los zapatos de alguien que está encasillado en esa categoría, nomás por conocer), saber que en la sierra pasan frío y hambre, que no tienen servicios básicos como agua, drenaje y electricidad, que no tienen atención sanitaria (claro que ésta última sólo la tienen los que tienen bastante dinero. El IMSS es una mentada de madre), etc., y otra muy distinta vivir en un libro algunos casos específicos que no por ser de un cuento carecen de cierto grado de veracidad. Para explicar esto último me enrollaría en un chorazo literario que probablemente a muchos dormirá, así que el que tenga insomnio y quiera abundar en el tema que me lo haga saber y le seguimos. Al resto, les perdono la vida y sigo con mi indignación.

El caso es que en mi mente traigo un debate que hasta ahora no he ganado ni perdido. Por un lado, me entristece ver que tenemos la naturaleza tan cabrona de aprovecharnos del tonto, del imbécil, de todo aquél que se deje. Y por otro, me exaspera ver que los indios no hacen nada y nomás agachan la cabeza. Y luego transmuto esa actitud hacia el resto de la población mexicana. La muestra de laboratorio pequeñita, los ratones experimentales, son los indios. La realidad cabrona son todos los ciudadanos. Porque los políticos y el gobierno mexicano llevan años viéndonos la cara, robándonos a sus anchas, menospreciándonos y tratándonos peor que a animales y nosotros lo único que hacemos es agachar la cabeza.

Nos indignamos con las muertes de las mujeres en el nortI y cuando nos prometen que se investigará a fondo... ¿Quién más se indigna? Hala! A seguir comiendo estiércol, que de tanto hacerlo ya hasta nos sabe bueno.

Aprovechando que esto es una coluCna sin patrocinio, envío mis condolencias a todos los fans de Barry White y me uno al luto que lleva hoy el mundo de la música. Al cumpleañero más guapo y pechocho de México, mi compañero de hijez de toda la vida, un besote en nuestro primer festejo separados, después de 27 años de querernos, y a todos los demás, mi apoyo moral y escritológico (valga el invento palabril) para que sigan soportando el día a día en un país de agachados y de autorreprimidas que, sin embargo, conserva un encanto febril, gastronómico e irónicamente, de gran cariño.

Chútense unos tacos a mi salú. Yo, por acá, sidra, chorizo, jamón y boquerones.

Suza.

Sáb. 05/jul/2003 9:48

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