miércoles, 15 de noviembre de 2006

CONSUMIDORES ABSORBENTES

Una tal “Alianza contra la piratería” afirma que dos de cada tres pares de tenis vendidos en México son ilegales. Me pregunto si en esa rotunda cifra también contaron aquellos tenis que se venden después de haber sido sustraídos amablemente por algún personaje de distinguida presencia desde algunos de nuestros delicados piesesitos. Porque ya me gustaría saber si alguno de los que me leen no conoce a alguien a quien, a punta de navaja, lo hayan obligado a volver a su casa en calcetines, a causa de la envidia o de malas costumbres de apoderarse de lo ajeno.

El caso es que nos encontramos con titulares que dicen que los mexicanos somos muy pero que muy malos porque traficamos con tenis, perjudicando así a unas bondadosas y nobles empresas que lo único que hacen es tratar de protegernos nuestras delicadas patitas con un producto que hicieron los chinos en jornadas cortas de trabajo y con unos sueldos magníficos, por no hablar de unas instalaciones dignas de cualquier funcionario de primer nivel de nuestro querido México. Eso explica su precio.

Pero no es todo. Resulta que hay más víctimas. Sí. Hacienda es una de ellas, ya que, dicen, a causa de nuestra cochina malandrez dejan de recibir 9 mil 600 millones de pesos, mismos que son muy necesarios para pagar los aproximadamente 41 mil 6oo euros que un diario vasco de reconocido prestigio afirma que se gasta nuestro querido Don Fox sólo en ropa. El doble que nuestra querida presidenta, que ha sido criticada por usar “vestidos exclusivos”. Buena imagen exterior proyectamos.

Lo de los aranceles a productos importados de China se entiende. Es un patético intento por poner las barbas a remojar, ante el ex letargo de aquel multitudinario país, que amenaza por apoderarse económicamente de este maltrecho planetita y parece que no va a haber ni Bush ni Sharón ni Yo Robot que los detenga.

Lo que no me parece justo es que, al final, el único que paga siempre los precios de todo es el consumidor. Ora nosotros. Tú, yo, tu novia, mi mamá, la tuya y hasta nuestras abuelas. Por eso, yo propongo que en lugar de invertir en trajes (porque es de todos conocido que, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Por mucho que el señor Carlos Rivera Aceves y su ilustrísima esposa se hayan empeñado en demostrar lo contrario, allá en las posterioridades del 22 de abril –Sí. Tengo memoria de elefante. ¿Y qué?‑) que no solucionan ni un mal uso del inglés, invirtamos, por ejemplo, en energía solar. Ahora que parece que el petróleo está en las últimas, y ya que México es una potencia mundial en energía solar, aunque nadie parece haberlo notado, excepto los que padecen de hemorroides por no tener un lugar con sombrita para dejar su coche (o en su defecto, la bicicleta) todos los días, sería una buena manera de ver nuestros impuestos: Celdas solares por doquier. Y así, cuando Don Bush se quede en la vil calle porque ya no hay petróleo, nosotros, los mexicanos, podremos seguir viendo la televisión con nuestro abundante sol. Y, de paso, voltear un poco la tortilla.

Que ya va siendo hora de que seamos personas de bien. ¿O no, mis queridas transnacionales?
Mar. 10/ago/2004 17:09

0 Kalimotxos:

Publicar un comentario