miércoles, 15 de noviembre de 2006

ALARMAS ECOLÓGICAS: ¿EL FIN DE LO NO ESTADOUNIDENSE?

No sé por aquellos lares, pero aquí en Europa se insiste cada dos por tres en las catástrofes “naturales” que se avecinan en todo el planeta. El niño, la niña, el aumento de huracanes, tormentas tropicales y grandes sequías son los síntomas más evidentes. Los menos perceptibles son el deshielo de la Antártida y la elevación del nivel de los mares.

El calentamiento global del planeta se produce principalmente por las emisiones de contaminantes que producen efecto invernadero. En 1997 se aprobó el Protocolo de Kyoto, un acuerdo que establece que los países desarrollados, como Estados Unidos y los integrantes de la Unión Europea, deben reducir sus emisiones de dichos gases.

Este año, el Caribe ha pagado las consecuencias de que el país más poderoso del planeta, mejor conocido como Estados Unidos, ejerza de su autoproclamado derecho de hacer lo que le sale de las pelotas, según sus propios intereses, y hace caso omiso de un montón de cosas que generan falta de armonía y consecuencias catastróficas, como oponerse a la ratificación del Protocolo de Kyoto.

Y aunque Estados Unidos ha sufrido algunas de las consecuencias de los últimos huracanes, como siempre, el que ha bailado con la más fea es el más pobre, el que, por decirlo de manera elegante, tiene las peores condiciones en América (continente): Haití, quien suplica para que los países lo ayuden a superar esta crisis que no tiene ni pies ni cabeza y que amenaza con salirse de órbita ante la presencia de un nuevo huracán.

Suiza anuncia que dispone de 200 mil euros del Programa Alimentario Mundial. Francia envía 2 aviones con materiales, medicamentos y una misión de evaluación de las necesidades. España manda un avión de las Fuerzas Aéreas con 12 toneladas de alimentos, material de reconstrucción y ropa de abrigo. Y Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, manda sólo 60 mil dólares de ayuda. Por supuesto, no es obligación de los “americanos” (me muero de ganas de cambiarle el nombre al continente, sólo para que no me incluyan cuando hablan, henchidos de orgullo, de “América” como su país) ayudar a Haití. Supongo que tampoco es su obligación apoyar un tratado que afecta su economía de manera tan gravosa, aunque su forma de vida, comida rápida y transgénicos incluidos, acabe con el resto de la población mundial. Supongo que eso sería lo ideal para Estados Unidos: De esa manera no tendrían que preocuparse por el terrorismo y tendrían todo el petróleo que queda para ellos solitos.

A lo mejor perdonan a Rusia, ahora que Putin ha anunciado una campaña anti-terrorista similar a la de su histórico antagonista.

Nosotros, mexicanos, tenemos todo para ser una gran potencia: Tenemos petróleo, un montón de campo en donde sembrar y criar ganado; un clima envidiado por muchos, todo tipo de frutas y verduras, todas las playas posibles y un montón de gente que puede trabajar. ¿Qué esperamos para ponernos las pilas, dejar de comer la basura gringa, adelgazar un poquito, y convertirnos en una potencia que genere un poco de equilibrio en este amenazado planeta, para beneplácito de nuestros hermanos de Latinoamérica, y de nuestros compas europeos?
Jue. 23/sep/2004 12:05

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