jueves, 5 de junio de 2008

ESTENOPEICAS



En la escuela donde estudio fotografía se acaba de realizar un concurso de fotos estenopeicas y participé con éstas dos que ven aquí arriba. Dudo mucho que gane nada, porque la competencia es muy fuerte. Hay gente que se lo ha currado mucho y he visto por ahí grandes fotografías.

Pero eso no quita que yo me sienta orgullosa de las mías. Tienen la distinción de ser mis dos únicos intentos. La mayoría hicieron un montón de fotos y muchas de ellas salieron mal. Así que para haber hecho sólo dos el último día y perdiendo el trasero, las mías no están nada mal.

Y, para quienes desconocen por completo el tema, a continuación la cátedra: Una cámara estenopeica es de fabricación casera. A una caja de cartón cualquiera (también se pueden fabricar con una lata, con la diferencia de que las fotos quedan un poco angulares) la pintamos de negro por dentro y le hacemos un orificio mediano tirando a pequeño, en el que se colocará un trozo de lata de refresco que se habrá horadado con una broca muy fina, recomendable 4 milímetros. Y ese pequeño agujerito es el que da nombre a la cámara, al ser denominado estenopo. Y dicho agujerito se cubre, a poder ser, con cinta aislante, ya que el color negro impide la entrada de la luz. Dicha cinta pasa a ser el obturador de nuestra cámara.

Después se hacen unas mediciones y se aplican un par de fórmulas para determinar el diafragma de la cámara, de manera que con la ayuda de una cámara réflex podemos calcular el tiempo idóneo de nuestra fotografía.

Para hacer la foto, simplemente hay que pegar un papel fotográfico en la tapa, colocarla apuntando hacia donde queremos, medir con la réflex y retirar la cinta aislante. Una vez que ha pasado el tiempo que según nosotros es el suficiente para que se imprima una imagen en el papel, colocamos de nuevo la cinta aislante y podemos proceder a revelar el papel.

En el caso de las fotos que aquí observamos, dicho papel presentaba una imagen en negativo. Así que ha sido escaneado y trabajado en Photoshop hasta llegar a la imagen actual.

Lo dicho. Este viernes se dará a conocer el veredicto del jurado y se hará una presentación digital de todas las fotos presentadas al concurso. Supongo que habrá correspondiente bebercio como acompañamiento a tan célebre ocasión.

Un besito a los que toman fotografías. Dos a quienes las comparten. =)

miércoles, 4 de junio de 2008

BRAZO DE SEÑORA POZOLERA

Mi primo Bola solía decir que le iba a quedar “brazo de señora pozolera” cuando hacía algún esfuerzo grande con un solo brazo. La señora pozolera es la que vende pozole y, curiosamente, suelen ser regordetas y con unos brazos, digamos, muy protuberantes.

El caso es que llevo desde el lunes con el brazo derecho así, debido al estreno de la Wii del sobrino de Juanjo, en Burgos. Un par de partidas al tennis me garantizaron las más grandes agujetas (no hay palabra que traduzca eso al mexicano. Se le llaman “agujetas” al dolor que se produce cuando haces mucho ejercicio) que he tenido nunca en el brazo derecho. Pesa como una tonelada y me impide hacer mis labores con normalidaT y, sobre todo, con diligencia.

Menos mal que el futbolito al final tuvo más éxito que la consola en cuestión. Al final parece que la tradición siempre vence a las nuevas tecnologías. Donde esté un futbolito que se quite todo lo demás. =)
Un besito a los que tienen futbolito. A los que tienen Wii ninguno, por díscolos y no invitar. >_<

domingo, 1 de junio de 2008

AMIGOS VERDADEROS




Como dejé entrever en mi anterior relato, mis nuevos amigos recorrieron un montón de kilómetros para verme y celebrar mi cumpleaños. Marbella, Málaga, Galicia, Murcia, Madrid y Santander se reunieron en Vitoria en un puente muy jugoso de mayo.

Para mí ya era un gran regalo que todos hicieran el esfuerzo de venir a pasar unos días juntos, pero los regalos fluyeron todo el fin de semana. La primera tarde, Nocturna me alegró la vida con un libro de cocina murciana. Pocas veces un regalo me ha hecho tanta ilusión y este año han sido todos como muy esmerados. Ya estrené el libro con unas sardinas al horno. Esa misma noche, en casa de Mer, picando un poco fluyeron otro par de regalos: un juego de cuchillos de buena casa, que también me hicieron brincar de gusto y que son obra y milagro de mi buen amigo Calavera, y una cadena de ovejitas que sirven para recoger unas cortinas que todavía no tenemos pero que algún día pondremos y que harán que Mer brille con luz propia.

Algunos con mucho aguante hicimos al día siguiente una visita a las obras de la
Catedral de Vitoria y por la noche hubo cena en un céntrico y tradicional restaurante. Y ahí fluyeron más regalos, esta vez grupales: un juego de cojines y un par de mantas a juego, todo de “mi color” (el morado y todas sus variantes). Y también un rebaño de ovejitas de la Botica de la Abuela.

Todos los regalos me hicieron muchísima ilusión. Pero más que por los regalos en sí, por la atención que todos pusieron al conseguirlos. Porque es evidente que me conocen y que no hicieron regalos por compromiso, sino por gusto. De verdad que da un gusto enorme ver tanto cariño y tanta atención.

De Santander llegaron unas pulseritas de cuero con perlitas para todas, pero reservaron la de “mi color” para mí (el resto se rifaron).
Hubo canciones, risas, problemas con mi súpergrifotérmico con el que más de alguno invirtió muchos minutos intentando averiguar cómo funciona, mucha comida… Pero, sobre todo, hubo mucho cariño y complicidad.


Y así estoy ahora llena de cosas que me recuerdan que gente de toda España me quiere y que todos ellos son capaces de viajar un montón de kilómetros nomás para celebrar un día que es importante para mí. Y entonces vivo en directo el verdadero sentido y significado de la amistad. Somos un grupo grande y todos tenemos nuestras vidas y estamos liados y ocupados. Pero estamos ahí y lo sabemos. Todos para todos. Cuando alguno está de bajón los otros salimos al quite para subirle un poco el ánimo.

Cada vez que nos reunimos nunca sabemos cuándo será la próxima vez, aunque siempre hay varias ideas pululando por el ambiente.

Pero esta última vez fue especial, no porque fue mi cumpleaños, sino porque fue la primera vez que estuvimos quienes verdaderamente formamos el grupo, sin “adicionales” y eso permitió que todos nos relajáramos y lo pasáramos verdaderamente bien.

Los vitorianos intentamos amenizar la velada de los visitantes llevándolos al nacimiento del Nervión. Hicimos un paseo-caminata hasta el balcón que hay ahí y estuvimos un rato reponiendo fuerzas para el regreso. Fue un día muy agradable que incluyó exploración en la zona que tiene un riachuelo con renacuajos y demás fauna local. Los niños asistentes lo pasaron realmente bien.

La despedida fue muy emotiva. Por supuesto, no queríamos separarnos y los primeros días después de que todo vuelve a la “normalidad” son más bien dolorosos. Siempre nos quedamos con ganas de más.

En fin. Esta vez nos demostramos que somos capaces de mantener las reuniones en secreto (cosa extremo difícil, dado que la mayor parte de nuestra relación es a través blogs y foros de Internet) y, sobre todo, comprobamos que somos un estupendo grupo de amigas. Somos afortunadas. Yo soy afortunada de haber tenido un cumpleaños digno de enmarcarse. Y, sobre todo, de ser parte de este genial grupo de loc@s.

Un besito a los que ya cumplieron años. A los que están por cumplir, 2.