lunes, 30 de marzo de 2009

CELEBREICHON

El resto de la semana pasó entre más compras, convivencia con mi madre y salidas ocasionales con mi mejor amigo, Frank, a quien encontré recuperado y reencontrado, tal y como lo recordaba yo de aquellos buenos tiempos en la universidad. Fue muy agradable tratar con él como en aquellos tiempos e incluso prefabricar algún proyecto para hacer cosas juntos.

Frank & Me trazos

El fin de semana lo pasé mayormente con mi hermano, a quien adoro y veo poco. El domingo, mi tío Enrique lo invitó al estadio. Jugaban las chivas contra el Atlas (“Aclas”, pa’ los compas) y mi hermano medio aceptó. Y como estaba yo ahí, medio me invitaron también, por no dejarme de lado. Así que yo dije que si iba Pacho (denominación usada por mí para referirme a mi hermano) también iba yo. Ergo, mi tío fue y medio compró los boletos, medio volvieron a la casa a recogernos y medio fuimos al partido, lo que indignó a mi tío, que nos reclamó que nos pasamos todo el partido platicando y no hicimos caso de lo que ocurría en la cancha, aunque sí recuerdo que le sacaron tarjeta roja a un portero, pero no sabría decir de qué equipo era... Sin embargo, yo opino que menos mal, porque los que pusieron atención salieron encabronados del estadio, mientras que mi hermano y yo salimos contentos de haber pasado un rato agradable y necesario de conversación seria y anhelada, después de tantos años de vivir lejos el uno del otro.

Durante el partido nos chutamos unas buenas chelas (tenían Indio, para que no se note la miseria y en mi honor, ya que es mi cerveza favorita) y unas palomitas con chile:

Palomitas con chile

Al final volvimos a casa de mi madre a cumplir con la cita obligada de campeonato de Disparates, un juego que ya no existe y que no somos los únicos que hemos buscado, según se desprende de algunos foros de juegos de mesa que pululan por la red. El juego en cuestión trata de que uno lee una palabra que viene en unas tarjetas que se incluyen en el juego y todos tienen que inventar una definición (son la gran mayoría palabras muy raras que nadie conoce y ese es el chiste del juego). Así que al final de cada ronda hay una gran dosis de risas y carcajadas al escuchar todos las diversas y creativas definiciones de los demás, y tener que votar por la que creemos es la correcta. En realidad, por eso jugamos todos a ese juego cada vez que nos juntamos: porque es el mejor pretexto para echar todas las carcajadas que no echamos el resto del tiempo, al estar todos esparcidos por la geografía mundial…

Al día siguiente tocaba la multicitada celebración. Se juntó un buen de gente. Entre todos, éramos como 16, incluida la festejada. Le dijimos a mi tía que no se preocupara por la comida, que ya nos apañaríamos entre todos para encargar algo o para ir a comprar algo. Ni puto caso. Al final nos agasajó a todos con unos tacos de pollo al pibil y de frijoles que estaban buenísimos. La celebración estuvo bien. Echamos unas risas, los enemistados estuvieron cordiales y simpáticos y no hubo ninguna situación incómoda, cosa rara en la familia en los últimos tiempos. Lo único que no terminó de encajar es que la festejada estaba en la cama y los celebrantes afuera. El cuarto de mi abuela es muy pequeño para albergarnos a todos y a poco de estar varios ahí aquello empezaba a convertirse en un baño turco. Mi abuela de repente llamaba a “las mujeres” o a fulano o a sutano. Aquello era como una película del Padrino, pero en versión pueblerina. La cosa es que no podíamos estar todos ahí, aparte de que la comunicación con ella tampoco es muy fluida que digamos. No ve, casi no oye y tampoco se le entiende muy bien cuando habla, con lo que hay que gritarle varias veces quién es la persona que está con ella en cada momento.

Celebreichon abueleichon

Así que la fiesta al final estuvo afuera, en la sala, que fue en donde las conversaciones simultaneas y diversas fluyeron como en los mejores tiempos. Incluso un invitado que no está acostumbrado a la manera de ser de la familia en algún momento hizo el comentario de que no se entendía lo que ahí se decía, porque hablábamos todos al mismo tiempo, a lo que yo contesté que ocurre que con una sola conversación nos aburrimos todos. =P

En fin. Fue grato convivir de nuevo con la familia y poner a trabajar mi agilidad mental como en los viejos tiempos. Lo más duro fue despedirme de mi abuela por última vez. Porque de verdad esta vez sí que me llegó ese mensaje. Mi abuela me dio su última bendición larga, esa que siempre le da a la gente que se va lejos y que yo, pese a ser atea recalcitrante, recibo con mucho cariño, porque es su manera de decirte que te quiere, que eres importante para ella y que espera que regreses con bien, cuando sea que eso vaya a ocurrir. Aunque la próxima vez ella ya no esté ahí para verlo…

7 años llevo despidiéndome de ella “for good”, y ésta fue la primera vez que se me hizo el nudo en la garganta. Aunque, para ser sincera, el proceso ha servido para que me haga a la idea de la manera más suave y cómoda, de un proceso que al final es natural e inherente a todos los seres vivos de este planeta. Bueno sería poder despedirnos tan largo y tendido de todas las personas a las que queremos y que son importantes para nosotros, y estar seguros y satisfechos de que el ciclo se ha cumplido y de que aquella persona que se va no deja nada pendiente ni sin hacer. Tardé 20 años en despedirme de mi padre, después de muerto. 7 años despidiéndome de mi abuela, estando ella viva, es un gran regalo de la vida que agradezco intentando sufrir lo menos posible por todo lo que ello conlleva. La vida es demasiado corta para invertirla en llantos por las pérdidas que vamos sufriendo.

He vuelto a Vitoria con la novedad de varios días seguidos de sol, aunque sigue haciendo frío. Apenas es marzo y aquí con suerte pasas algo de calor en julio y agosto. Y ya. El viaje de regreso también sin incidentes y con 3 asientos pa’ mí solita. Todo un lujo pa’ cruzar el charco y en un avión que siempre intentan llenar pa’ que salga rentable. La ventaja de no pasar muchos días en México es que a la vuelta te cuesta mucho menos hacerte de nuevo al horario ibérico.

Un besito a los que tienen abuela. Dos a los que la visitan con regularidad. Tres a los que ya pasaron el mal trago de despedirse de ella…

2 Kalimotxos:

Anónimo dijo...

¡Qué gusto me da que "alguien" haya escrito sobre este cumpleaños 102 de tu abuela... La maravilla de estos blogs -en mis tiempos se llamaban "diarios" y no los leía nadie más que el autor- es que se puedan leer por los demás y viva uno -aunque sea de refilón- las experiencias del autor/a. ¡Gracias Dadita! Amor de madre cuervo, pero me encanta cómo escriben tú y tu hermano...

Escale dijo...

Vaya que es una buena crónica. Creo que cada vez te pules más. Aunque yo sé que luego la inspiración tiene mucho que ver. Tu descripción precisa me hizo recordar el evento una vez más. Y qué nostalgia me da pensar en todos esos pequeños detalles de mi infancia en su casa. El esfuerzo por hacer de comer todos los días para la bola de trogloditas que asistían, etc. En fin, es mejor tenerlo y perderlo, que nunca haberlo tenido. Arriba la familia!

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