jueves, 1 de marzo de 2007

LOS AVATARES DE LA ACTUACIÓN

Cuando yo era niña algunos queríamos ser "artistas" o "cantantes", según lo que veíamos en la tele. Pero la cosa ha evolucionado. Ahora los niños quieren ser "famosos". Por lo visto, da igual haciendo qué. Estamos muy acostumbrados a encumbrar a los "muy conocidos" y a verlos como seres normales. Pero, si lo pensamos bien, no lo son. Es más, podrían rallar en lo freaks, y no estoy hablando de las drogas que se chutan ni de los líos en los que se meten, sino en su trabajo. Porque a ver quién de nosotros se atreve a fingir cosas delante de un montón de gente que no viene al caso con lo que se está fingiendo. Lo de actuar tiene su cosa.

En las telenovelas mexicanas, por ejemplo, hay padres que lloran (sí, así, como los niños, con lagrimones de cocodrilo y todo el kit) pidiéndole perdón a sus hijas por haber coartado su libertad, haciéndolas acomplejadas y miserables (que no, que no me lo estoy inventando. Que lo vi el otro día en un extracto del gran final de "La Fea más Bella" que pusieron en "El Canal de las Estrellas"), o suegras que gritan cuales fieras a sus nueras siemplemente porque las odian por creerse lo suficientemente buenas para sus encantadores vástagos. ¿No les da vergüenza hacer semejantes osos ante tanta gente y, peor todavía, que todo eso quede grabado para la posteridad? Parece que el dinero es una de las primeras cosas que cura: La vergüenza.

Están, por otro lado, las grandes estrellas de Jolibú, esas que ganan óscares y que son conocidas por todos los integrantes del mundo occidental con acceso a un televisor. Esas no hacen tanto el oso porque consiguen participar en producciones, digamos, más realistas. Digo yo que el que nos chupemos tanta peli gringa así sin más no es de a grátis (ya les pagan sus millonazos). Y la mayoría creemos que es de lo más fácil. No sabemos que detrás de todo eso hay interminables clases de respiración, de movimientos corporales, de expresiones faciales, de danza, de canto, de interpretación, técnicas, ensayos, etc. Por no hablar de que hay que machetearse los guiones. Vamos, que vestuario, maquillaje, peinado, buena fotografía y una cara bonita no lo son todo.

Luego están los que actúan pero que no son propiamente actores. Me refiero a los que aparecen en los medios electrónicos como conductores, reporteros y piltrafillas auxiliares del mantenimiento de la audiencia. Los que trabajan en radio lo tienen muy cómodo, porque aunque hay que actuar hasta para pronosticar el clima (sí. Que yo he trabajando en radio y hay que exagerar un chingo la entonación para que aquello no se oiga de "al tiro" plano, soso y sin vida), como nadie te ve (o casi nadie. Generalmente tienes, por lo menos, al técnico de sonido del otro lado del cristal, muerto de aburrimiento en su diaria labor de apretar botoncitos en el momento preciso) puedes gesticular a tu antojo y sacarte un moco, si te apetece, mientras el muermo de tu compañero de programa suelta su chorazo.

En televisión, sin embargo, mientras ese muermo de tu compañero suelta su mega-speach tú tienes que poner cara de poker, o de "lo que dice este mamón es muy cierto; pongan atención, que nos está revelando el hilo negro de la historia del karate" y si te toca hablar tienes que mover las cejas, abrir los ojos y mover un poco las manos. Pero ojo: que todo eso tiene que tener un "equilibrio". Porque si te pasas con la gesticulación el "estimable" se nos distrae y no hacen ni puto caso de lo que estás diciendo.

Si te toca conducir noticiero, la cosa tiene su enjundia. Porque siempre hay algún pesao que se pone a hacer gracias detrás de la cámara mientras tú narras, con aquella cara de tragedia griega seria, que en Indonesia han entregado el equipo centenar y medio de personas en el cuarto tsunami en lo que va del año.

En mi caso concreto, algunas dotes de actriz siempre he tenido. Durante la carrera de comunicación alguna cosa tuve que actuar (cuando estás estudiando no cuentas con recursos, de manera que tú tienes que escribir el guión, sostener la linterna para iluminar la escena, mover la cámara, hacer el ruidito del búho que va pasando y, cuando no te queda de otra, también actuar) y en algún ensayo una compañera me preguntó que qué me pasaba. Nada-, le contesté muy seria: ¿Qué no se supone que había que llorar en esta escena?

Pero creo que de todas, mis actuaciones más evidentes fueron en la secundaria. Con 14 años mis amigos y yo éramos muy platicones (no sé de qué tanto hablábamos, pero el caso es que siempre había alguno diciendo algo). Todo iba bien hasta que alguno decía alguna graciosada y todos soltábamos la carcajada en plena clase. Y el maestro volteaba a vernos, claro. Y yo, con todas esas dotes histriónicas, automáticamente ponía mi cara de póker y como si estuviera en un examen. No me temblaban ni los labios, mientras el resto de mis amigos se partían de risa. Resultado: Los sacaban a todos, menos a mí, que no me habían comprobado el pecado, y me quedaba yo sola, con todas las butacas de a mi alrededor vacías. Mú aburrido, sí.

Pues todo esto explica por qué los niños de ahora quieren ser simplemente "famosos". Lo de la actuación requiere mucho trabajo y muchas dotes. En cambio, como famoso te vale con saber insultar a mansalva y gritar mientras los demás intentan exponer sus lamentables puntos de vista sobre cosas que no le interesan ni a sus propias madres.

Yo me quedo con mi adorada radio. No te tienen que maquillar, ni peinar. Puedes ir vestido como te dé la real gana y tirarle de vez en cuando un moquito al técnico de sonido a través del cristal. Luego habrá que granjearse al de la limpieza, pero eso ya es actuación de otra peli.

Un besazo fingido,

Suza.

1 Kalimotxos:

Anónimo dijo...

Pues de la radio, casi que deberíamos expulsar a todos los opinadores profesionales, tertulianos y tal. ¿Actúan o son tan listos que saben de todo? Enigmas del universoooooo.

Besos

Yoko

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