miércoles, 8 de diciembre de 2010

EL SUEÑO DE LOS PACIENTES

Estar en un hospital es ya de por sí desagradable. Uno cae ahí por estar demasiado mal para estar en casa o, en contadas ocasiones, a causa de algún estudio que requiere cuidados o aparatos especiales. Obviando que no he caído en un hospital por algo tan horrible como el cáncer, me remito a criticar severamente las actitudes de gran parte del personal que trabaja en los hospitales.

Tengo entendido que, al salir de una anestesia general, es necesario que estén despertando a la persona en cuestión cada 20 ó 30 minutos. No sé si es para cerciorarse de que el paciente sigue vivo o por alguna otra razón de carácter orgánico. Pero fuera de eso, creo que el sueño es beneficioso para los pacientes en general. Sin embargo, son muy pocas las personas que trabajan en los hospitales que verdaderamente tienen consideración y respeto por el sueño de quienes ahí se ven forzados a estar.

Entran en las habitaciones dando casi gritos y salen dando portazos. De manera que si el paciente no se despertó con los gritos, se despierta con el portazo.

Esto es especialmente sensible en el caso de un bebé. Porque uno de adulto, se cabrea, se molesta, se aguanta y finalmente se vuelve a dormir. Pero si te ha costado media hora o cuarenta minutos de paseo en el cochecito dormir al bebé, y a los diez minutos entran y te lo despiertan por alguna tontería que se pudo haber arreglado en voz baja, de verdad que acaban con el buen ánimo y la paciencia de cualquiera.

A veces, los hospitales parecen más un mercado que un nosocomio. Enfermeras, auxiliares y médicos hablan casi a gritos en los pasillos y áreas comunes. Y, cuando no son ellos, son las visitas de los otros enfermos quienes se encargan de mantener un nivel excesivo de ruido.

Y a la entrada te encuentras no sólo con visitantes y familiares estresados fumando, sino también con pacientes con bata y a veces hasta con el carrito del suero en una mano, fumándose uno o más cigarros. Los fumadores parecen no darse cuenta de que, si se ponen a echar su molesto humo en la mera entrada, quienes tienen que atravesarla para entrar o para salir se chupan toda esa contaminación que, en muchos casos, produce cáncer.

De poco sirve la prohibición de sirenas y claxon en los alrededores de los hospitales, cuando el verdadero ruido está en los pasillos. El sueño de los pacientes es, por lo visto, el elemento más prescindible en los hospitales. ¿Habrá clases en las escuelas de medicina y enfermería sobre cómo volverse inmune e indiferente ante la necesidad de dormir de los enfermos?

O es que yo soy rara también en esto y exagero al considerar que el sueño de los enfermos es sagrado?

Un besito para los que nunca han estado en un hospital. Dos para quienes sí. Tres para quienes lo están en este momento. Cuatro para quienes tienen que cuidar a alguien ahí...

2 Kalimotxos:

Anónimo dijo...

Y para los que hemos estado muuuuchas veces en el hospital, ¿qué tal cinco besitos?... siempre he pensado que los lugares más peligrosos y contaminados -en todos sentidos- son los hospitales...

Anónimo dijo...

El comportamiento del personal del hospital cambia cuando pasan a ser "clientes". Yo con mucha frecuencia, especialmente en mi trabajo, utilizo el símil de la barra de un bar. No es lo mismo estar a un lado que al otro. Los pinchos no se hacen solos, las cañas tampoco se sirven solas, y los combinados tampoco caen del cielo. Hay que tener empatía, saber ponerse en la situación del otro. Y, en estos casos, y si uno está jodido, se le puede decir al señor doctor o al personal de enfermería algo fino y elegante, como que se callen de una puta vez.

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