martes, 13 de marzo de 2007

FELIZ CUMPLEAÑOS, ABUELA


Muchas instituciones celebran 100 años de muchas cosas, pero pocas personas lo hacen. Yo recuerdo a mi abuela diciendo, desde que yo era niña "ya me quiero ir". Pero ná. Aquí sigue, con el mismo humor, la misma memoria y la misma salú.

El cuerpo ya no funciona igual, eso sí. Fallan los ojos, fallan los oídos, el olfato... Pero ninguna enfermedad, ningún dolor. Encerrada, desde hace varios años, en un cuerpo que se va deteriorando como los libros en una biblioteca antigua.

Y sin embargo, conserva el ánimo para festejar éste, su cumpleaños número un siglo. Detrás de sí deja una gran historia de anécdotas inéditas, 5 hijos que son, en una definición estricta, gente de bien, y un bonche de nietos, de los cuales la gran mayoría no han tenido la fortuna de disfrutar de una abuela única, no de cuento, pero sí de novela.

Gracias a ella conservé mi niñez, a pesar de haberse visto mancillada al perder a mi padre a los 5 años. Adquirí el gusto por la cocina, por la costura, por homenajear todos los días a un esposo de cuento, y pasé los mejores momentos de una etapa que odiaba porque no me permitía ser dueña de mis decisiones ni de mi destino.
Todavía recuerdo aquellas agradables tardes en el cuarto de la plancha, en donde la escuchaba contar historias de la biblia, sentada en una silla, mientras ella planchaba de pie. Aquellas mañanas en que me dejaba jugar con sus botones y sus artículos de costura, mientras ella se hacía sus propios brasieres en la máquina de coser y le remendaba los calzones a mi abuelo. Aquellos cumpleaños en que nos dejaba limpiar con los dedos los sobrantes de la masa de su delicioso pastel de chocolate. Aquellas navidades en que me dejaba ayudarle con los buñuelos, y luego me regalaba unas pantuflas tejidas por ella misma, para mantener mis pies calientitos.

Me enseñó a no comer entre comidas. Me enseñó a combatir las adversidades con inteligencia. Me enseñó a hacer arroz, a bordar, a tejer, a tocar el piano (no aprendí, pero ella se empeñaba en que yo tocara), a jugar a las cartas, a las damas chinas, a ver las telenovelas en plan irónico y satírico, a ser feliz con lo que se tiene.

¿Defectos? Claro que los tenía. Como todos. Pero ¿quién los recuerda cuando está cumpliendo 100 años, lejos, del otro lado del planeta, a demasiados euros de distancia que sólo hacen más evidentes los grandes tesoros que me regaló a lo largo de su vida de abuela?

Lo único que puedo regalarle es este homenaje y mi más grande deseo de que el siguiente paso en su existencia esté lleno de plenitud y felicidad. Y que llegue en el momento justo. Ni antes ni después. Como ella. Un gran beso de cumpleaños, doña Aurelia. Bébase un tequilita a mi salú.

3 Kalimotxos:

Anónimo dijo...

No todos los días ni todos los humanos tienen el privilegio de cumplir cien años, así que me sumo al homenaje que tributas a tu abuela.

Besos

Yoko

Anónimo dijo...

Por supuesto que me uno al homenaje con recuerdos olor a jazmín y a puro, llenos de risas y piano, sin olvidar ese Kennedy de punto de cruz.
Felices 100, Tía Agruelia!!! (así le decía mi papá)

Anónimo dijo...

Pues muchas felicidades para la ABU!!!! La mía tiene 93 y es la persona más maravillosa y más divertida del mundo.

Besos

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